lunes, 26 de marzo de 2018

Reprobado Capítulo IX


Capítulo IX

Experiencia máxima


Una mañana calurosa, la temperatura en el ambiente era de alrededor de treinta grados, sinceramente para mí era aún más elevada, estada ardiendo en el cuerpo de Carolina, estuve posando frente al espejo, trataba de mirar mi espalda y mis nuevas nalgas, no perdía de vista mis hermosos ojos azules, el peso extra de mis pechos me sacaba un poco de balance, me tomo algo de tiempo acostumbrarme, tomé la ropa interior de mamá y la probé en el cuerpo de Carolina. El sentir un poco más ajustada la lencería de mamá me puso caliente, quería masturbarme, pero esta vez buscaría algo que me ayudara a experimentar algo nuevo, estuve examinando algo que me ayudara en el cuarto de mamá, supuse que tenía escondido por alguna parte un consolador.


Esculcando en la cómoda encontré en un cajón una bolsa negra "bastante sospechosa" con una cajita adentro, mi búsqueda había fructificado, al abrir la caja encontré un pene de quince centímetros, bastante grueso, venoso como un pene real, lo saqué, lo observaba mientras la temperatura del cuerpo de Carolina continuaba elevándose cada vez más, al tocarlo, al sentirlo, descubrí entonces que vibraba.

Empecé a tocar el pene como si estuviera masturbándolo, lo chupe, lo bese, lo mame, entonces me pinche las tetas, esa sensación me encanto, la vagina de Carolina estaba muy húmeda, perfectamente depilada, volteaba y veía como brillaba de su humedad, prendí el consolador a la velocidad más baja y empecé a pasarlo por todo el cuerpo, por las tetas, labios vaginales, hasta que encontré el clítoris, me centre completamente en él, lo estimule hasta que casi me vine, me detuve antes del orgasmo, quería seguir disfrutando.

Me acosté en la cama, abrí las piernas al máximo y puse el pene en los labios vaginales, empecé a bombear en la entrada, lentamente, metí solo la cabeza y lo saqué, empecé el mete saca, cada vez lo metía más y lo dejaba más tiempo dentro, despacio, lento, con ritmo, mientras que yo lo apretaba con las paredes vaginales, ayudo bastante el haber experimentado el sexo con el gordo, mis gemidos eran impresionantes –“¡Ah, más! ¡Así, que rico!”- era como tener mi pene de verdad dentro de mí, pero manejándolo a mi antojo.

Mientras lo tenía dentro empecé a subir la velocidad, lentamente, hasta que llego al máximo, lo deje así, vibraba impresionantemente, una mano movía el pene y la otra estimulaba el clítoris, ahí logre un maravilloso orgasmo, parecieron tres juntos; me estire, pero no saque el pene de la vagina, seguía ahí a su máxima velocidad entonces empecé a reducir la misma gradualmente igual que cuando la subí, entonces con una mano manipulaba el pene y con el otro masajeaba las tetas sentí un dolor muy rico, ahí logre otro orgasmo, mis gemidos eran maravillosos, por fin los pude gritar, grite, me gritaba a mí mismo que era una “puta”, “una zorra”, me excitaba el simpe hecho de pensar en el cuerpo de Carolina haciendo ese tipo de cosas.


Saque el pene, lleno de jugos, lo limpie con la lengua, lo limpie bien, lo metí en su caja y regrese todo al cajón. Me metí a bañar, con todo lo que había pasado estaba todo sudado o en este caso sudada; mientras me bañaba una vez más el deseo de masturbarme era prácticamente ineludible, así que lo hice sin ningún tipo de limitación, ese cuerpo lo necesitaba, de alguna manera me lo hacía saber cómo si lo conociera de toda la vida, empecé a acariciarme los pezones, primero suavemente y luego más fuerte.

Los pezones estaban muy erectos, sentir mucho calor a pesar de que la temperatura del agua que caía por la regadera no estaba tan caliente, volví a tocarme los pechos con más energía,  me acaricié las inglés suavemente  y rocé una zona más caliente, estaba ardiendo y parecía que yo tenía que apagar el incendio, empecé a moverme, me recargue en uno de los muros flexionando las piernas quedando en una pose cómo si estuviera montando a caballo,  con una mano me rozaba un pecho, mientras que con la otra en mi zona cada vez más caliente, entonces con una mano me metí un dedo y lo sacaba, con ritmo acompasado, dentro y luego fuera; cada vez más deprisa, metí dos dedos y con el pulgar acariciaba el clítoris, mis jadeos hacían eco en la regadera,  tenía tanto calor y no podía parar, estaba teniendo un dulce e innegablemente placentero orgasmo.


Una vez que salí de la ducha, tome la ropa de Carolina y me vestí; busque el bolso que traía cuando llego a la casa. Encontré algo de maquillaje y con la ayuda del medallón exploré su mente para poder maquillarme, el artefacto era de gran ayuda al momento de efectuar algún tipo de cosa que jamás había hecho en mi vida. Tuve que utilizar el medallón para adaptarme mejor al cuerpo de Carolina, utilizar esa ropa tan ajustada y sobre todo esas malditas botas que me estaban destrozando los pies, sin duda alguna me tomaría mucho tiempo adaptarme a todo eso, así que el medallón era la ruta fácil para brincarme toda la funesta vivencia que implicaba acostumbrarme a ser mujer.

Recogí todas las cosas que llevaba Carolina, al tomar su teléfono me di cuenta que había algunos mensajes y llamadas perdidas de papa; basto la ayuda del medallón para conocer la contraseña y acceder al sistema del móvil. El empleo de medallón contribuyo para sostener una breve charla con el “viejo” y resolver sus dudas acerca de lo que ya había demorado en regresar, sin embargo, no resulto difícil convencerlo de lo incomodo e inconveniente que era lidiar con su exesposa.

Es difícil de explicar, pero cada vez que utilizaba el medallón para obtener habilidades e información de Carolina, de alguna manera comenzaba cada vez más a disfrutar el ser ella. Estuve pensando acerca de lo siguiente que haría, en ese momento tenía dos cuerpos completamente inertes de los cuales encargarme, sin embargo, antes tenía que ocuparme de papa, era una situación que no debía demorar. Tuve que ajustar el plan un poco ya que el original dependía de dos personas, pero al deshacerme del gordo debía solucionarlo solo.

Sinceramente no fue difícil resolver la situación, decidí llevar conmigo mi verdadero cuerpo y subirlo a la parte trasera del auto de Carolina, el manejo del auto y el camino más adecuado para llegar hasta mi destino seria solucionado con el empleo del medallón al indagar en los recuerdos de Carolina. Mi estrategia era hacer pensar a papá que estaba dormido por el viaje, mientras esperaba a que se distrajera para emplear el medallón sobre él, así que todo estaba bajo control y lo resolvería solo, creo que eso era lo que más me emocionó.


Al llegar a casa de papa este salió a recibirme, al bajarme del auto lo tenía justo frente a mí y sin darme oportunidad alguna me tomo por la cintura y me acerco bruscamente hasta él para darme un beso. Trate sin éxito de alejarlo de mí, su fuerza y agarre fueron demasiado para la fuerza del cuerpo de Carolina, el cual como si tuviese voluntad propia dejo de oponer resistencia dejándose llevar y, muy a mi pesar creo que su cuerpo lo disfruto demasiado, su naturaleza supero mi racionalidad.

Mis esfuerzos fueron vanos para convencerlo que debía bajar a Nico del auto, estaba dormido y no bajaría solo, sin embargo ignoro mis comentarios y literalmente me arrastro hasta la casa, entrando por la puerta de servicio me empujo hasta la barra de la cocina, tomándome fuertemente de la cintura y levantándome hasta sentarme en la barra; no dejaba de besarme y cuando intente darle un golpe para alejarlo puso su mano en mi vagina, fue tan intensa la sensación y aunque ya había sentido algo similar en el cuerpo de mamá, me bloque totalmente, frotaba su mano sobre mis jeans y ya que estos estaban tan ajustados el roce cada vez excitaba más y más el cuerpo de Carolina.

Sin miramientos me bajó el escote y sin alejarse siquiera un poco tomo uno de mis senos y comenzó a lamerlo y chuparlo succionando levemente el pezón, al mismo tiempo y sin percatarme metió su otra mano dentro de mi pantalón y buscó el clítoris, el cuerpo de Carolina tenia voluntad propia y hasta cierto punto enloquecido, irrefutablemente excitado. Me mojé, sentía como los jugos salían y empapaban la mano de papá; bruscamente cambio su actitud seductora y precavida por una más agresiva, devoraba mis pechos, los mordía y los jalaba, yo no podía reprimir los gemidos y sin esperarlo me besó para ahogar mis gemidos.

Sacó sus dedos empapados de mi vagina y los puso en mi boca ordenándome que los lamiera. Comenzó a desabrocharse el pantalón con su otra mano, liberándome por un momento, sin pensarlo me enderecé para intentar huir, pero me tomo del brazo y justo al bajarme de la barra puso su mano sobre mi hombro obligándome a hincarme, era demasiada su fuerza para oponer mayor resistencia, se acercó a mi cara y puso su pene en mi boca, sujetó primero mi mandíbula para meter si miembro y luego me tomo de la cabeza, y empezó a sacudir de adelante a atrás mi cabeza. Su pene era grande y grueso, sus embestidas eran fuertes, sentía en lo profundo de mi garganta aquel inimaginable pedazo de carne.

Sentía ahogarme por instantes, en un sobre esfuerzo mental por eludir lo que estaba sucediendo y hasta cierto punto comenzando a disfrutar, intente llevar una de mis manos hasta el medallón, no obstante, era difícil ajustar la gema y accionarla sin verla. Tanteaba poco a poco el medallón, pero sin éxito, para cuando considere que era mi oportunidad, mi captor saco su pene de mi boca y me levanto bruscamente, dándome la vuelta y poniendo mi cuerpo de frente a la barra, sin perder instante jalo mis pantalones hacia abajo, llevándose consigo en el movimiento mi ropa interior y dejando al descubierto mis nalgas. Llevo su mano a mi espalda y me empujó hacia delante fuertemente haciéndome flexionar y aplastando mis pechos contra la barra, sin que pudiera hacer algo estaba completamente a su merced; con su mano libre tomo mi entre pierna obligándome a abrir las piernas y levantándome desde mi vagina para luego tomar su miembro e introducirlo muy dentro de mí.


Me dolió su brusquedad, intentaba moverme para liberarme, mi desesperación dejaba escapar algunos reclamos pero poco a poco menguaba mi resistencia, paulatinamente al dejar de luchar contra él, empecé a sentir el placer de su vaivén dentro de mí, sus embestidas eran duras y lentas, mis pensamientos eran los únicos que aun emitían algún tipo de resistencia, solamente opacados por el placer que crecía cada vez más, me era imposible lidiar con eso, no podía con tanto placer, no tardé mucho en llegar a mi primer orgasmo. Para ese momento había perdido completamente el control del cuerpo de Carolina, me deje llevar por su ansiedad, acompañaba el movimiento que realizaba ese hombre dentro de mí para que no lo sacara.

Me dio la vuelta y tomo una de las sillas del desayunador acercándola hasta nosotros y besándome, se sentó y me tomo de las caderas, sentí como si me levantara y me dejó caer en su pene duro y sí, otro orgasmo más y él siguió, su fuerza en lugar de disminuir sentí que se incrementaba cada vez más, sentía palpitar su miembro dentro de mí y las paredes interiores de mi vagina ejercían presión rítmica fuera de mi control. De pronto salió de mi interior, se levantó de la silla, me tomo de la cintura fuertemente y me sentó en la silla, se acercó tanto al grado que justo frente a mi rostro estaba su verga, la cual tomo con una de sus manos y comenzó a agitar hasta que acabó con una enorme corrida sobre mis redondos pechos, el calor de su semen corría por mis tetas, en un acto instintivo agarré aquel duro pene y lo metí en mi boca, necesitaba probar aquel líquido y aprovechar hasta la última gota.


Así entendí porque Carolina estaba con papá, el placer que sentí en ese momento era incomparable, además de ser un hecho que el cuerpo de Carolina era mucho más sensible que el de mamá, era innegable que el placer que sentía con ese hombre era aún mayor. Mi padre me tomo del rostro levemente y me dio un beso apasionado, para pedirme que lo disculpara tenía que ir al baño por un momento; allí sentado y profundamente impresionado, tomé el medallón para revisar las memorias de Carolina ¿Siempre era así el sexo con papá? O era sólo un evento aislado, formidable por una única vez; pero al indagar en sus pensamientos Carolina me revelaba algo más sorprendente, podía ser algo mucho mejor que eso.

¿Qué haría? ¿Acaso era conveniente llevar acabo mi plan original? Por primera vez tuve dudas acerca de lo que debía hacer y de algún modo estaba seguro que poco a poco me iba convirtiendo más y más en Carolina, mi mente voló rápidamente, en cuestión de segundos la duda se cernió sobre mí y parecía que, al revisar la memoria de Carolina, eso no hacía más que acrecentar ese deseo de permanecer así. ¿En realidad podría convertirme en Carolina y quedarme con papá para siempre o sería producto sólo del deseo de aquel momento? ¿Qué debía hacer? El tiempo se agotaba para tomar una importante decisión.

2 comentarios:

  1. ¡Actualizado por fin! ¡Eres genial! Muchas gracias por continuar con la historia.

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  2. Pense que nunca vería la continuación de esta fantástica historia te agradezco el acabarla.

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